Fuente: Radio Nacional de Colombia.
La chocoana Elizabeth Moreno Barco, fue galardonada en Suiza con el premio Nansen para las Américas, otorgado por La Agencia de Cooperación de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
La historia de Elizabeth Moreno Barco, la ‘Chava’, como es conocida en la región y prefiere ser identificada, comenzó en su natal Togoromá, al sur occidente del Chocó, Colombia, a más de 9117 km de Ginebra, donde hoy recibe el galardón Nansen, por parte de ACNUR.
Desde niña mostró vocación por el trabajo del campo, acompañando a su abuela a las diversas quebradas en aras de sembrar y cosechar los diversos frutos que eran cultivados en tierras de sus padres.
“Nací en una de las bocanas del río San Juan, rodeada del río y del mar, de allí que siempre quise ser bióloga marina, pero no pude; sin embargo, leo mucho y me defiendo (…) amo y siempre lo he dicho, amo el río, amo la brisa, la playa y el sol” relata la ‘Chava’, mientras sonríe.
Esta mujer, madre de tres hombres y una mujer
Además de abuela de dos niños, comenzó su proceso de liderazgo en 1995, como madre comunitaria y para luego ser presidente del consejo comunitario Local, y de allí ser miembro de la asamblea general del consejo comunitario general del San Juan ACADESAN, del cual llegó a ser la primera mujer representante legal y la primera en ser reelegida por unanimidad en el mismo; actualmente, es la coordinadora del Foro Interétnico Solidaridad Chocó -FISCH y fue galardonada con el Premio Nacional de Derechos Humanos como Defensora del Año 2023.
“Mucha gente hasta hace muy poquito no sabía que yo me llamaba Elizabeth, sino ‘Chava’; y ahora yo soy la ‘Chava’ del uno, la ‘Chava’ del otro, pero me hace sentir bien, yo me siento más recogida con ese nombre, un apodo otorgado por mis padres”, dice.
Pero el camino de esa mujer, como el de muchos líderes sociales en Colombia, está marcado por los estragos de la violencia. En 2013, fue víctima del desplazamiento forzado, luego de la dispuesta de grupos ilegales del territorio que por años y generaciones habían ocupado con su familia.
“Recordar, muchas veces abre las heridas, pero también sana el corazón, tener que abandonar tus sueños, abandonar tu historia, tu vida, de compensar una articulación familiar, porque todo el mudo sale, no todo el mundo regresa y no todo el mundo se ubican en la misma parte”, menciona.
Con sentimiento recuerda
“En la hora del desplazamiento, tuve que ver como la impotencia de la comunidad, frente a la acción inmediata de como está instalado un actor armado en el territorio, pero como otro llega para sacarlo, como la gente corre despavorida (…) y lo más triste es que en frente de tu casa, corren, caen (…) y sin modo o como defenderse ni hacer nada, porque frente a una situación donde una comunidad queda bajo el fuego cruzado, es muy difícil”.
Desde aquel entonces, no ha podido volver a dormir en su casa de Togoromá, aunque la visita la población cada vez que puede ir al territorio. “En estos días fui con mi hija, y mientras se hacía la foto en la casa, me decía, mamá, no hemos podido dormir en nuestra casa” recuerda con voz quebrada.
Es que la violencia no solo les ha arrebatado a muchos colombianos la posibilidad de volver a dormir en sus poblaciones de origen, sino que, a muchos otros, les ha arrebatado la vida, como ocurriera el ocho de junio del año 2022 con Jesusita Moreno, otra líder social de la subregión del San Juan, que fue asesinada en Cali.
“La recuerdo mucho, creo que ha sido una de las lideresas importantes que perdió el territorio, (…) una amiga, una aliada estratégica para ayudar, a visibilizar, a buscar algunas herramientas, pero también, a encontrar algunos escenarios de diálogos con ‘x’ o ‘y’ persona, y los sueños que teníamos de que Noanamá o el San Juan fuera un territorio de paz donde pudiéramos hablar”.
Para la ‘Chava’,
Los liderazgos se construyen en comunidad y se reafirman en el territorio. “Ninguna persona, ningún mandatario, ningún líder se hace solo, yo tengo que darle gracias, primero a Dios, a mi familia, a las comunidades y a los equipos de trabajo en todas las instancias donde estoy”, sostiene.
Oriunda de una de las regiones del país que mantiene su vulnerabilidad por el conflicto armado persistente, Elizabeth Moreno, la ‘Chava’, tiene claro que el camino es el diálogo, pues menciona que la solución es sentarse, con todos los actores armados presentes en el territorio, desde lo urbano hasta lo rural, legales, ilegales, gobierno, sociedad civil, cooperación internacional, entidades defensoras de derechos humanos, líderes, para lograr una articulación mutua, donde se pueda hablar de soluciones.
Hoy, desde Ginebra, Suiza, y luego de múltiples reconocimientos, Elizabeth Moreno afirma que solo “la ‘Chava’ seguirá siendo ‘Chava’ y siempre estará ahí, para las comunidades”.